Ir al contenido principal

La empatía a través de la metáfora de la lechuga



                Metáfora de la lechuga:

Cuando plantas una lechuga, si no crece bien no echas la culpa a la lechuga. Intentas encontrar las razones por las que no está creciendo correctamente. Puede que necesite fertilizante, o más agua, o menos sol. Nunca le echas la culpa a la lechuga. Sin embargo, cuando tenemos problemas similares con nuestros amigos o familiares solemos echarles la culpa. Pero si sabemos cómo cuidar de ellos, crecerán bien, como la lechuga. Culpar al otro no tiene ningún efecto positivo, y tampoco lo tiene el intentar persuadir usando razones o argumentos. Esa es mi experiencia. No culpar, no razonar, no argumentar, solo comprender. Si comprendes, y demuestras tu comprensión, puedes amar, y las cosas pueden cambiar. (Thích Nhất Hạnh, nacido en Vietnam en 1926).
Cada sesión de clase voy dándome cuenta mejor de que los alumnos me enseñan mucho. No me refiero al hecho de dar clase, que también. Ni a que aprendo de todas sus reacciones, que es cierto. Me refiero a una reacción en concreto que he encontrado en algunas ocasiones y es la que más me ha guiado desde entonces. Se trata de una muestra de bondad, así, sin más, ante mis correcciones, recomendaciones y advertencias. Bajo toda la presión de las charlas de concienciación hacia el estudio, de los consejos para concentrarse, de la disciplina para establecer los hábitos, para mantener la percepción, la comprensión y el control mental y corporal sobre el aprendizaje instrumental musical, bajo la insistencia sobre la técnica para resolver cada dificultad, una y otra vez, el alumno ha reaccionado únicamente con su sentimiento, devolviéndome, en cuanto ha vuelto la paz a su corazón, una afectuosa sonrisa. Y mis palabras han hecho efecto en él, pero no inmediatamente, no de repente, no a la primera. Sino poco a poco, insistiendo muchas veces, en muchos pasajes de las obras musicales, en muchos pequeños movimientos que ha ido consiguiendo realizar, ganado en comodidad y en calidad sonora. Yo, en ese camino, me he ido sintiendo mejor conforme le sugería las soluciones con más confianza en él y, sobre todo, desde que he descubierto la aceptación incondicional. Considero que responde al mismo principio, que debemos retomar en la conducta docente, profesional, personal y social. A partir de ahí todo será bueno, con la paciencia y el mimo indicado. Observando esto, la sensación de paz invade el aula y no la abandona.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Escudo personal para la vida y para la docencia

#EduEmocionalMooc Unidad 2 tarea 2

Mapa mental de la comunicación empática